«Walking to the stadium»

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Había entrado el mes de septiembre y ya marchaban caminando hacia el entonces Estadio Chile los primeros presos del golpe militar de 1973. El Presidente de los EEUU Richard Nixon y su responsable de seguridad, Herry Kissinger, se salieron con la suya. El objetivo era impedir que Salvador Allende presidiese el país chileno. Y no les importó en absoluto los crímenes perpetrados para subir al poder al funesto Pinochet.

Caminando hacia el Estadio Chile entró también Víctor Jara, obligado por quienes luego lo asesinarían. Hoy día, Víctor es uno de los rostros que nos recuerda la masacre que tantas vidas humanas costó, y una voz que mantiene viva la llama del recuerdo y, por qué no, la esperanza. Estos fueron los últimos versos de Víctor, antes de ser fusilado.

Somos cinco mil aquí.
En esta pequeña parte de la ciudad.

Somos cinco mil.
¿Cuántos somos en total
en las ciudades y en todo el país?
Somos aquí diez mil manos
que siembran y hacen andar las fábricas.

¡Cuánta humanidad
con hambre, frío, pánico, dolor,
presión moral, terror y locura!
Seis de los nuestros se perdieron
en el espacio de las estrellas.

Un muerto, un golpeado como jamás creí
se podría golpear a un ser humano.

Los otros cuatro quisieron quitarse todos los temores,
uno saltando al vacío,
otro golpeándose la cabeza contra el muro,
pero todos con la mirada fija de la muerte.

¡Qué espanto causa el rostro del fascismo!

Llevan a cabo sus planes con precisión artera sin importarles nada.
La sangre para ellos son medallas.
La matanza es acto de heroísmo.

¿Es éste el mundo que creaste, Dios mío?
¿Para esto tus siete días de asombro y trabajo?

En estas cuatro murallas sólo existe un número que no progresa.
Que lentamente querrá la muerte.
Pero de pronto me golpea la consciencia
y veo esta marea sin latido
y veo el pulso de las máquinas
y los militares mostrando su rostro de matrona lleno de dulzura.

¿Y Méjico, Cuba, y el mundo?
¡Qué griten esta ignominia!
Somos diez mil manos que no producen.

¿Cuántos somos en toda la patria?
La sangre del Compañero Presidente
golpea más fuerte que bombas y metrallas.
Así golpeará nuestro puño nuevamente.
Canto, que mal me sales
cuando tengo que cantar espanto.
Espanto como el que vivo, como el que muero, espanto.
De verme entre tantos y tantos momentos del infinito
en que el silencio y el grito son las metas de este canto.
Lo que nunca vi, lo que he sentido y lo que siento
hará brotar el momento…

Pero no es mi intención escribir un artículo sobre el golpe de Estado en Chile*, ni sobre Víctor Jara. Quizá otro día. Sí voy a dejar unas palabras sobre los últimos acontecimientos de aquel país. El mes pasado supimos que más de un millón de chilenas y chilenos se dirigieron a la Plaza Baquedano para protestar por el alto coste de la vida. El detonante fue la decisión del gobierno conservador de subir el precio del billete del transporte público. Una subida que las clases populares no asumieron, obligando al gobierno a retirar la medida tras las inmensas movilizaciones.

La desfachatez neoliberal contra el poder de la gente. En una sociedad de cibermilitancia, de activismo de smartphone, de reivindicación acomodada, donde los «likes» y las ocurrencias vertidas en redes privadas mal apellidadas «sociales» han sustituido a la lucha colectiva, lo sucedido en Chile es un soplo de aire fresco que nos ha de llevar a la reflexión.

Hace algunos años asistí a una reunión de ámbito provincial que convocaba una plataforma de personas desempleadas. En ella se describía la terrible situación por la que atraviesan, no solo las personas que no tienen empleo, sino también aquellas que teniendo trabajo no pueden satisfacer necesidades básicas en materia de salud, educación y suministros. Se lamentaba de la indolencia de la propia clase trabajadora, incapaz de permanecer unida en las luchas, y de la falta de solidaridad de las personas que, estando en una situación más estable, no colaboran con la causa en favor de los más necesitados.

En Chile la subida del precio de los transportes públicos fue la gota que colmó el vaso. Ahora su Gobierno debe afrontar las demandas del pueblo en materia de pensiones, sanidad, salarios, suministros de energía, impuestos… Quizá hasta precisen actualizar su Constitución, o hacer una nueva.

¿Cuál será esa gota en el caso de España? Por desgracia, la única respuesta que se le acerca la comentó una de las personas desempleadas que acudió a la reunión antes mencionada. «Aquí mientras nos sigan dando tres migas de pan para comer todos los días, no se va a movilizar nadie«.

España… a ver cómo nos sorprendes hoy.

Antonio Olvera Calderón
DeLaIsla.ES

* Para ir abriendo boca sobre el golpe de Estado en Chile, recomendable: https://ww3.museodelamemoria.cl/exposiciones/secretos-de-estado-la-historia-desclasificada-de-la-dictadura-chilena-1970-1989/
Escuche las canciones de Víctor Jara y enjoy!




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