
Qué duda cabe. Algún día la pandemia formará parte de un pasado que recordaremos de diferente manera. Algunos con el alivio de haberse librado de los efectos del virus. Otras personas contarán las secuelas. Otros tantos ya no están, ni estarán, porque habrán sucumbido a la enfermedad. Pero sí, volveremos, aunque el título del artículo no está escrito con matices de «positividad tóxica», ni viendo el vaso medio lleno por la parte superior. Está escrito con plena conciencia de lo trágico, con la imagen del sufrimiento y la muerte que día a día nos llega a través de los fríos datos que nos hacen llegar las autoridades sanitarias.
Volveremos, sí. ¡Claro que volveremos! A pesar de las decisiones de los gobiernos de todo el mundo. Decisiones, medidas e iniciativas que, se quiera o no, están siendo boicoteadas reiteradamente por personas irresponsables que piensan que la muerte y la enfermedad ajena no les incumbe. Que piensan, por ejemplo, que no llevar mascarilla es un acto de rebeldía. Muy a pesar de todos estos actos de irresponsabilidad ciudadana, volveremos…
…aunque no tan pronto como alguna vez soñamos. Ver las calles llenas de gente estos días, cuando la incidencia está alcanzando unos máximos muy preocupantes, retrasa el momento de volver a reencontrarnos con esas amistades y familiares que están más lejos en distancia que en tiempo. Un tiempo perdido que no vamos a recuperar, no solo por las decisiones más o menos acertada de los gobiernos, sino como consecuencia de la irresponsabilidad de muchos.
Agradecidos para siempre a esas otras personas, a esa mayoría silenciosa que sí ha asumido su responsabilidad y aporta con sus actos los cuidados personales y ajenos que esta pandemia exige, que se arma de paciencia y aguanta la frustración por no poder abrazar a sus seres queridos. Estas personas son las que, remando con el viento en contra, nos van a permitir llegar a puerto.
Volveremos, qué duda cabe. Cuídense y cuiden.