
La planificación urbana, es decir, la disposión de los elementos de una ciudad (ambulatorios, escuelas, bibliotecas, parques, tiendas, etc.), influye de forma diferente en los diversos colectivos. No es lo mismo poder permitirse vivir en el centro de la ciudad con los servicios básicos cerca que tener que mudarse por motivos económicos a una vivienda más asequible pero que se encuentra en el extrarradio y tener que prescindir de algún medio de transporte para poder ir a hacer la compra, por ejemplo. De hecho, las mujeres son las principales usuarias del transporte público y los equipamientos urbanos, debido a que económicamente son mas desfavorecidas que los hombres.
Los grupos sociales a los que corresponden las rentas más bajas (entre ellos, las mujeres) son la población a la que más perjudica una organización urbana que no tiene en cuenta las necesidades sociales en la planificación de las ciudades, sino que para dicha organización lo que prima es, en primera instancia, la eficiencia económica.
Por eso, la perspectiva de género aplicada a la planificación urbana tiene como objetivo diseñar espacios más adecuados para la vida cotidiana de toda la ciudadanía, espacios socialmente más equitativos.
Según el libro recopilatorio sobre el seminario de “Urbanismo inclusivo. Las calles tienen género” realizado por el departamento de Vivienda, obras públicas y Transporte del gobierno Vasco (2012), lo que se entiende por la integración de la perspectiva de género, es la consideración de diferentes situaciones, condiciones, aspiraciones y necesidades de cualquier persona, sin importar el género, incorporando objetivos y actuaciones específicas sin discriminación alguna promoviendo a su vez la igualdad en todas las políticas del territorio.
Así, la ONU, dentro de sus 17 objetivos de desarrollo sostenible, expone que “la igualdad entre los géneros no es solo un derecho humano fundamental, sino la base necesaria para conseguir un mundo pacífico, próspero y sostenible” (objetivo número 5) y que además, debemos conseguir que “los espacios urbanos de cualquier ciudad sean más inclusivos, seguros y sostenibles” (objetivo número 5).
La perspectiva de género en la planificación urbana también aparece en la Agenda Urbana de la Unión Europea y en el caso de España, el Acuerdo de Asociación de España, establece como uno de los objetivos más transversales y básicos, la igualdad de género en relación a las oportunidades de educación, trabajo y administrativas, entre otros. Por tanto, se hace imprescindible adoptar dicha perspectiva de género en todas las etapas del proceso de planeamiento urbanístico (planificación y ejecución).
A continuación se nombran algunas medidas a adoptar para hacer de nuestras ciudades espacios más equitativos y sostenibles, y por tanto, que permitan mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
*Conseguir un urbanismo de proximidad con pequeños equipamientos deportivos, culturales, sanitarios, etc, cercanos a las zonas de trabajo para así poder compatibilizar la vida laboral con la vida personal.
*Garantizar la seguridad de los espacios urbanos con una adecuada iluminación, señalización e identificación de los espacios.
*Mejorar la accesibilidad, diseñando aceras y rampas más amplias.
*Disponer de un sistema de transporte bien diseñado y pensado para la ciudadanía. Si ahorramos tiempo en los desplazamientos, podremos compatibilizar mejor vida laboral y doméstica, por ejemplo.
*Diseñar viviendas que encajen bien con las necesidades de cualquier familia.
*Visibilizar a la mujer en las ciudades potenciando la nomenclatura de calles, plazas, etc., con nombre de mujeres relevantes en la historia.
*Controlar los elementos publicitarios discriminatorios.
*Promover la participación ciudadana de las mujeres en cuestiones urbanísticas.
LIO – Social