
¡Feliz y próspero año nuevo! Quizás esta sea la fórmula más usada en estos días. Pero, ¿por qué usamos esta expresión para felicitar el año nuevo?
Es una obviedad: deseamos felicidad y prosperidad a nuestro prójimo. No tiene mucho más.
Lo interesante, para mí, está en la palabra «prosperidad». Hoy la usamos como sinónimo de opulencia, riqueza y para señalar que las cosas nos son favorables. Eso es básicamente lo que encierra la fórmula «… y próspero año nuevo», el deseo de que las cosas les sean a nuestros amigos y familiares favorables.
Sin embargo, si buceamos en el origen de la palabra, nos encontramos con la raíz indoeuropea spe, que significa «que tiende a expandirse». Es decir, en la raíz de la palabra «prosperidad» nos encontramos con la idea de proyección hacia el futuro.
Asimismo, de este spe indoeuropeo nos encontramos con el spes latino de «esperanza». ¿Y qué es la «esperanza» sino ese estado de ánimo que surge cuando nuestros objetivos y deseos se presentan como algo alcanzable?
Así que recordad: cuando estéis deseando a alguien un «próspero año nuevo», le estaréis deseando algo mucho mejor que fútiles riquezas; le estaréis deseando un futuro lleno de esperanzas.
José Gallego Leal
Filólogo e hispanista