
LA SOLEDAD DEL CORREDOR DE FONDO | Me equivoqué al poner el título. Quería escribir hoy sobre Francia. Mis amigos saben que soy francófilo. En 2007, las condiciones familiares me permitieron salir del territorio español no como turista, sino como inmigrante académico. Desde ese año, y hasta el pasado septiembre, he pasado una semana o un poco más todos los años en Francia, en la Universidad de Paris X (Nanterre), en el programa de Erasmus Docencia.
En 2012 estuve dos meses de estancia de investigación. Desde el principio intenté conocer ese país, vivenciando, lo más intensamente que podía, la diversidad cultural que colegas y alumnado me ofrecían. Al mismo tiempo, leí con avidez lo que me podía ayudar a entenderla. Alucinaba, recuerdo, en mi primera visita a la librería L’Harmattan, en el quartier latin, al descubrir varias superpobladas estanterías sobre el uso del velo en los espacios públicos, cuando aquí empezábamos a planteárnoslo.
Me entusiasmaba cuando descubría el gran debate francés que se había agudizado con la emeutes de 2005 y alucinaba el dinero que el Estado dedicaba a las banlieues pobres. Yo pensaba que ya quisiéramos tener aquí ese presupuesto para la compensación social y educativa. Es cierto que, como afirma Hakim El Karoui (Francia en el diván, Vanguardia Dossier nº 83, abril/junio 2022) las redes de Educación Prioritaria tienen efectos positivos y limitan el fracaso escolar, pero no impiden la estigmatización de las escuelas. No se les puede pedir a ellas que compensen los efectos negativos de la concentración territorial de la pobreza, no es realista ni razonable. Cuando pueden, las familias favorecidas de las banlieues las abandonan, sobre todo las de origen inmigrante procedente de los países del sur de Europa, e incluso del norte de África, y son sustituidas por la emigración más reciente de las antiguas explotadas colonias subsaharianas.
En resumen, aprendí mucho sobre los procesos de inclusión-exclusión de las minorías (que ya no son tan minoritarias) en Francia, lo que me provocaba pesadillas (¡vaya, otra vez, como la de las alcantarillas!) que me transportaban a mi Ceuta natal, en la que también habíamos trabajado, sin que se nos hiciera ni p. caso. En esos malos sueños aparecían quema de coches, adolescentes asesinados, destrozos en los autobuses y cargas policiales. Estas últimas como único remedio al drama social de barriadas como El Príncipe. Al cabo de algún tiempo, en abril de 2022, es decir ahora, ya no es una pesadilla, es la dura realidad.
Pero, a lo que íbamos, ¡que voy a tener que cambiar el título! El próximo domingo 24 de abril, se celebra la segunda vuelta de las elecciones en mi admirada Francia. Y un pueblo que supo luchar y vencer al fascismo (¡no como otros!) se debate entre la defensa de una identidad occidentalista y asimilacionista (el francés de souche, católico, sin contaminación, el de la Reconquista contra el islam, que provoca la reacción yihadista) y la identidad REPUBLICANA DIVERSA, MESTIZA E INCLUSIVA.
¡Los dioses laicos iluminen a los indecisos exvotantes de Melenchon!
Rafael Ángel Jiménez Gámez
Muy buen artículo Rafael. 3 días más y se acaba el suspense…