En momentos difíciles, reflexiones profundas

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Tras las elecciones generales del pasado domingo, las miradas entre unos y otros a ver quién es más culpable se ha convertido en un deporte continuo. Lo cierto es que la historia estaba escrita y leíamos distraídos. La actualidad en Europa y nuestra literatura marxista nos lo recordaba en el subconsciente y los números seguían cayendo.

Un PSOE debilitado ideológicamente camina por una senda que no se traduce en una apuesta valiente y honesta. Un modelo educativo neoliberal, una sensibilidad progre, ambigua, nos lleva a la construcción de complejos donde lo que importa es que no te acusen de «adoctrinar». La ideología del día a día es el sentido común de la vida misma. Todas, de alguna forma u otra, lo hacemos.

Aquellos que perdimos la guerra en pos de la razón pecamos demasiadas veces de no ser ambiciosos por querer ser demasiados sensibles. Mientras que el ogro desde el silencio y el rencor se remonta y nos engulle.

De nuevo se sacó a Franco de su tumba, electoralmente hablando, en el mes de su muerte. Le hemos dado un sastre que lo ha vestido de demócrata entregándole el púlpito del Sancta Sanctorum en el Parlamento.

En Unidas Podemos tenemos la necesidad de reforzar la unidad sindical, de convencer a la clase trabajadora, de construir ese Frente Popular o Bloque histórico desde la Unidad Antifascista de las fuerzas sociales y políticas: es urgente, pero las prisas sin reflexión solo sirven para perder el tiempo señalando culpables entre las propias víctimas.

Hay caracteres que definen al bloque de izquierda, pero la clave está en la autocrítica y la transparencia como herramienta de trabajo. No podemos construir unidad sin tener la audacia, sin ser consciente del sentido de la honestidad y abandonarse al insulto fácil disfrazada de generosidad mediática. Hay que hablar de políticas. Esa es la tarea.

Es importantísimo mantener el debate ideológico en nuestras vidas de forma permanente y resolver las contradicciones; ese el trabajo diario de aquellos que deseamos cambiar el mundo y cuya estrategia es la unidad.

Cuando no encontramos el marco necesario para el proyecto común no debemos caer una y otra vez en buscar fantasmas. Uno debe de hacer el ejercicio de mirarse en el espejo y no caer en el «izquierdismo», aquello que Lenin definió como «la enfermedad infantil de la izquierda». Culpando de forma permanente al de al lado como si lo tuvieses enfrente, cuando hay que dedicar más tiempo en pensar en «qué hacer».

Los números siempre van a variar, pero los conceptos suman y con nuestras voluntades multiplicamos, por eso es importante construir unidad.

Son tiempos difíciles. Necesitamos una reflexión profunda en base a una autocrítica, transparente y participativa. Tener como táctica el insulto a compañeros o compañeras no demuestra trabajo político ni voluntad por la unidad. Tenemos la necesidad de entendernos y construir en el marco de nuestras distintas culturas políticas un bloque social y político de izquierda. Normalizando nuestras diferencias y trabajando en el marco de nuestros deseos, que los debemos tener, por construir un frente amplio.

Gonzalo Alías
El callejón de las migajas




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