De gafas de sol y gafas de pasta

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Ser clase obrera es incertidumbre. Creo que soy consciente de esa frase desde Primaria. Nunca quise traducirla a frase pero las sensaciones estaban ahí. La primera vez que fui consciente de lo que quería decir, le vi unas gafas de sol a un colega. Unas Arnette estaban de moda. No sé si eran las que llevaba Valentino Rossi o si el motorista empezó a patrocinarlas después. No fue él el primero al que se las vi, pero sí el primero del grupo. Yo no las quería, ni esas ni ninguna.

Yo no las quería, porque no me gustaba el alarde de tener “las últimas gafas de sol”. Ni las últimas gafas ni el último móvil ni las últimas zapatillas. A mí me gustaba estudiar. ¿Qué clase obrera ni clase obrera? ¿Yo como estos? Yo iba a llegar lejos.

Ser clase obrera es incertidumbre. Nunca quise traducir aquellas sensaciones a frase pero empecé a oírla, tal cual, desde que acabé de estudiar. En mi cabeza, fue algo así como el momento en que se acabaron mis metas. A la vez, fue algo así como el momento en que se acabaron mis planes de futuro. Ya estaban empezando a cumplirse. Entré a trabajar unos meses después de terminar la carrera. Ya estaba todo resuelto. A partir de ahí, piloto automático. Es lo que estaba destinado a vivir.

Ser clase obrera es incertidumbre. Se acabó el trabajo. Se abrió el foso. Empezó la supervivencia. Empezó la incertidumbre. Empezó a brotar el sentimiento de clase, sí. Empezó a brotar el ahogo. El ahogo no de cada mes ni de cada semana. El ahogo de cada día. ¿Quién me metería en la cabeza que estaba hecho para triunfar? ¿Quién me metería en la cabeza que iba a ser el primero en tantas cosas? ¿Quién haría que me viera destinado a una mesa robusta y una silla de masajes? ¿Quién…? ¿O qué?

Perdí unas gafas que tenía, de montura fina, desde Bachillerato hasta que acabé la universidad. Tuve que comprar otras. Tuve mucha suerte en el momento que las compré. Tenía ahorros. Y las quise de pasta. Como en la tele. Con no sé qué follón de polarización. En el anuncio se veían las lentes oscuras (En letra pequeña, era una foto tomada con una cámara especial). Tardé poco en darme cuenta de que no eran de sol. Pero eran de pasta. Tuve suerte.

Maldigo el día que me las quito. El primer día que las extravié, porque eran las gafas nuevas. En adelante, porque me duele la cabeza sin ellas. No sólo sin ellas. Joder con la incertidumbre.

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