
Hace poco los medios replicaron de forma indiscriminada algo que, para ellos, tenía la categoría de noticia: ¡la RAE vuelve a permitir la acentuación de la palabra “solo”!
Si el primer periodista que escribió esa noticia y, si el primer editor que dio el visto bueno para que se publicara, hubieran sido un poco rigurosos, ahora mismo yo no estaría escribiendo este artículo. ¿Por qué?
Hace unos años, muchos lo recordaremos, la RAE decidió que la palabra “solo” en función de adverbio (es decir, cuando puede usarse como “solamente”), ya no debía llevar tilde excepto cuando había riesgo de ambigüedad. ¿Qué quiere decir esto?
La tilde de “solo” (adverbio) era diacrítica. Las tildes diacríticas son aquellas que se usan para diferenciar palabras que tienen diferente significado pero que se escriben de la misma manera. Por ejemplo: más (adverbio comparativo) y mas (conjunción adversativa que puede sustituirse por “pero”). Las tildes diacríticas aparecen en palabras que normalmente no deberían llevarla.
¿Dónde podría existir este riesgo de ambigüedad con “solo”? Por ejemplo: Trabaja solo los domingos. Ese “solo” podría entenderse como un adjetivo (es decir, que trabaja esta persona sola, sin compañía) o, también, como un adverbio: esta persona trabaja nada más que los domingos, no otro día.
Según la norma de la ortografía del español anterior a la última reforma, “solo” debía llevar tilde en este caso si queríamos decir que esta persona no trabaja otro día más que el domingo. ¿Qué ocurrió? La RAE en ese momento entendió que el contexto era suficiente para aclarar el significado de esta palabra y que, por tanto, ya no era necesaria esa tilde diacrítica.
Entonces, ¿qué ha pasado ahora? ¿Hay que volver a acentuar “solo” cuando es un adverbio? NO. La RAE no ha cambiado su criterio. Lo que ha ocurrido es que la RAE ha reconocido ese riesgo de ambigüedad en el significado y ha considerado que, si quien escribe considera que el contexto no es lo suficientemente claro, “solo” se puede acentuar si tiene función de adverbio.
Y aquí es, en mi opinión, donde la RAE patina. Imaginad que de repente la DGT dice que ya no es necesario detenerse ante una señal de STOP, que solo hay que pararse si quien conduce interpreta que puede haber riesgo de accidente. Dejar el cumplimiento de una norma a la interpretación personal podría provocar muchos accidentes. En el caso de la ortografía, accidentes lingüísticos.